
Con este disco comenzó el baile de la mercadotecnia con el diablo y todos sus derivados. De repente a algún avispaso se le ocurrió que el terror no tenía porqué ser terreno exclusivo del cine. Los abanderados de la idea fueron Black Sabbath con un sonido oscuro cargado hasta los topes de riffs majestuosos y unos textos que hacían referencia al maligno y a la magia. Lo que hoy en día serían letras irrisorias, en 1970 se trataba de auténticas manifestaciones satánicas. El impacto no tardó en traducirse en fascinación para miles y miles de fans. Los acólitos de Ozzy Osbourne lo habían logrado. El impacto de su imagen hizo pensar a muchos que más que un grupo de rock se trataba de auténticos miembros de una secta. Es lo que tiene ver un fantasma, de repente aparecen más.
Cuando comienza a sonar la lluvia que precede a la primera canción (titulada, cómo no, Black Sabbath), a uno se le olvidan los artificios y es imposible dejar de sobrecogerse por la inmensidad sonora que despliega este cuarteto inglés. Los primeros riffs de la historia del metal si bien no fueron los más brillantes, si fueron los más influyentes y proporcionados. Esa inmensidad casi cósmica que adquieren canciones como N.I.B. o The Wizard no ha sido ni por asomo igualada aún. Años después llegarían la velocidad y el virtuosismo, con derivaciones como el speed, el black o el trash metal. Pero hace casi cuarenta años todo comenzó con una portada en la que aparecía un fantasma.
FORMACIÓN: Ozzy Osbourne (voz), Tony Iommi (guitarra), Geezer Butler (bajo), Bill Ward(batería).
CANCIONES:
1. Black Sabbath
2. The Wizzard
3. Behind The Wall Of Sleep
4. N.I.B.
5. Evil Woman
6. Sleeping Village
7. The Warning
8. Wicked World