Este disco es un caso extraño porque fué publicado cerca de cuarenta años después de haber sido cumpuesto y grabado. Es más, fué regrabado en el año 2004 a partir de la obra original.
La explicación para semejante rareza no es sencilla. En un principio debió publicarse como álbum de The Beach Boys grupo en el que militaba Brian Wilson en 1967. El disco de 1966 de dicho grupo fué "Pet Sounds", una maravilla pop ensalzada por la crítica pero despreciada en aquel momento por el público. Cansados de sus extravagantes métodos de trabajo y sus alucinadas composiciones, los demás miembros del grupo (en su mayoría familiares) le dieron un ultimátum a Brian Wilson: o componía éxitos fáciles o se iba a la calle. Esta encrucijada acabó en una serie de dramas que derivaron en una grave enfermedad mental para Wilson y su posterior deserción del grupo. Por supuesto Smile jamás llegó a las tiendas como tal sino que se desgranó en diferentes discos y en versiones piratas. Durante años fué considerado el disco fantasma por excelencia, la piedra angular de la leyenda pop californiana.
Ya recuperado de sus problemas de salud, Wilson reclutó a una serie de músicos jóvenes con los que ya había tocado previamente y juntos grabaron de nuevo el disco completo tal y como lo habían concebido él y su letrista Van Dike Parks.
La leyenda estaba bien erigida pero era necesario que los cimientos no fueran otros que las mejores canciones pop jamás escritas. Y la verdad es que es muy probable que ése sea el soporte real del álbum.
Estructurado como si de una ópera se tratara, las canciones se suceden una tras otra en una suerte de armonía vocal sobreexpuesta y arreglos de orquesta. La obra magna, "una sinfonía adolescente para Dios" como la definió el propio Wilson, no era otra cosa que el dibujo febril y alucinado de un joven que escuchaba voces en su cabeza. Por suerte esta vez las voces no gritaban "Matalos a todos¡¡", esta vez las voces le dictaron a su víctima "Good Vibrations". Bendita locura.
jueves, 19 de noviembre de 2009
KANYE WEST. Late Registration. (Grabado en 2004)
En los discos de rap, desde los Beasties Boys hasta Outkast pasando por Public Enemy, una buena producción siempre ha sido fundamental. Saber elegir bien el sampleo, desgranar los ritmos correctos y rodearse de los mejores acompañantes posibles han sido aspectos casi tan fundamentales como las propias letras. En el caso de Kanye West cuya habilidad literaria nunca ha sido una de sus mayores virtudes, la producción se tornaba en el elemento que lo diferenciaba ( y lo diferencia) del resto. En una época en la que Timbaland utiliza hasta el llanto de un niño para crear ritmos machacones West echa mano de los clásicos negros de la Motown y de algunas piezas de soft jazz para llenar su segundo disco de ritmos completamente pegadizos desde el minuto uno. Es muy sencillo reconocerle la inteligencia a este músico de Chicago que comenzó en la pecera produciendo los discos de otros y acabó contra todo pronóstico delante de las cámaras montando pollos del tamaño del Empire State. La sapiencia musical de la que hace gala Kanye West es de escándalo, entre las pistas del álbum se escuchan los ecos de inmortales como Ottis Redding, Ray Charles o Natalie Cole y todo ello remezclado y aliñado con compañías que buscan la eternidad de la música negra como Jay- Z o Nas.
En el aspecto literario, West se desmarca no como un letrista virtuoso sino como un efectista periodista de investigación. Sabiendo perfectamente que su estatus social (su madre era profesora universitaria y su padre fotógrafo) estaba mal visto por sus coetánios se desmarca claramente con la denuncia social profunda como arma arrojadiza renunciando así al rap de pistolas y tangas que practicaban los gangsta de su época. Atrás deja la eterna falacia de que los discos de rap están hechos como un monumento al arribismo.
Kanye West se muestra como un artista social, observando, anotando y criticando el ambiente de unos Estados Unidos asustadizos y en el que la violencia impera. De esta manera adopta el punto de vista de una estrella del pop, intelectualemente potente y respetado más allá del gran charco.
En las calles no solo vale correr. Kanye West se pasea tan campante y de momento no necesita parar disparos con la cara para ser trascendente.
FORMACIÓN: Kanie West (producción y voz) y cientos y cientos de colaboradores que no pueden ser transcritos debido a su elevado número.
CANCIONES:
1. Wake Up, Mr. West
2. Heard´Em Say
3. Touch The Sky
4. Gold Digger
5. Drive Slow
6. My Way Home
7. Crack Music
8. Roses
9. Bring Me Down
10. Addiction
11. Diamonds From Sierra Leone
12. We Major
13. Hey Mama
14. Celebration
15. Gone
En el aspecto literario, West se desmarca no como un letrista virtuoso sino como un efectista periodista de investigación. Sabiendo perfectamente que su estatus social (su madre era profesora universitaria y su padre fotógrafo) estaba mal visto por sus coetánios se desmarca claramente con la denuncia social profunda como arma arrojadiza renunciando así al rap de pistolas y tangas que practicaban los gangsta de su época. Atrás deja la eterna falacia de que los discos de rap están hechos como un monumento al arribismo.
Kanye West se muestra como un artista social, observando, anotando y criticando el ambiente de unos Estados Unidos asustadizos y en el que la violencia impera. De esta manera adopta el punto de vista de una estrella del pop, intelectualemente potente y respetado más allá del gran charco.
En las calles no solo vale correr. Kanye West se pasea tan campante y de momento no necesita parar disparos con la cara para ser trascendente.
FORMACIÓN: Kanie West (producción y voz) y cientos y cientos de colaboradores que no pueden ser transcritos debido a su elevado número.
CANCIONES:
1. Wake Up, Mr. West
2. Heard´Em Say
3. Touch The Sky
4. Gold Digger
5. Drive Slow
6. My Way Home
7. Crack Music
8. Roses
9. Bring Me Down
10. Addiction
11. Diamonds From Sierra Leone
12. We Major
13. Hey Mama
14. Celebration
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